Vivimos en un país maravilloso, cada mañana cuando despierto y las noticias me dicen que la cosas están cada vez peor, que la delincuencia, el desempleo y las enfermedades están a la orden día, yo nunca me desilusiono, porque sé que todo eso no es verdad, solo son puntos de vista demasiado negativos muy alejados claro, de lo que nuestro país en realidad es: el gran país de las oportunidades. A quien le importa que en el 2009 el señor Memo Ortiz, por ese entonces gober del Banco de México, nos dijera que el crecimiento económico para el 2010 fuera del 2.5% o el 3.5%, y que la inflación podría alcanzar el 4.25% y el 5.25%. Claro que no importo mucho el que estos informes también fueran apoyados no solo por la presidencia, sino también por un tal Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, el cual, además nos dice, y esto muy acertadamente, que para que esto ocurra “es indispensable contar con un entorno en el que las empresas y las familias tengan la confianza de que podrán desarrollarse eficientemente.” Y aun así, nos seguimos quejando, que hoy en día el gasto alcanza para menos, que los precios han subido, que hay menos dinero, que la corrupción, que la delincuencia ¡MENTIRA!, lo que pasa es que como somos un país en desarrollo necesitamos consumir cada vez más, y eso hace que no nos alcance el dinero.
Pero bueno, dejando de lado un momento a nuestro desarrollo (al cual no le vemos cuando se termine por consolidar), hay que hablar del entorno con el cual es necesario contar para el desarrollo de las empresas. Porque si algo es cierto es que nosotros estamos en la situación tercermundista pintada de desarrollo que tenemos porque queremos. No podemos echarle la culpa a papi gobierno, porque él hace todo lo que está en sus sabias manos para que, aunque caigamos, aprendamos. La culpa es nuestra. No me explico cómo poseyendo nuestras riquezas naturales, nuestra privilegiada posición geográfica, nuestros cuerpos de seguridad bien educados y con la profesión de servir y proteger a la comunidad seguimos estancados. Porque no me lo van a negar que ellos trabajan para nosotros, velan por nuestro bienestar. Nuestra sociedad no sería tan armoniosa sin nuestros oficiales, apoco no cuando a un pobre civil se le ha hecho tarde para ir al trabajo y se vuela dos semáforos, un gran oficial de tránsito solo lo deja ir con una amonestación y $50 o $100 menos en su cartera. Claro, es una gratificación por sus servicios.
Pero aun así, cierta organización que se dice llamar Transparency International, en un estudio realizado por ellos mismos en el 2009 para medir los índices de corrupción mundial, insisten en situarnos junto con Perú, China, Bulgaria y otros países que se llegan a perder en el mapa como Surinam, Suazilandia y Macedonia en el lugar número 72 de 180 de los países menos corruptos. Y dicen que en una escala de 1 a 10, donde 10 es lo mejor y 1 es lo peor, nosotros tenemos una percepción de la corrupción de apenas un 3.6, pero venga, hay que estar felices, ya le ganamos a Burkina Faso en algo pues ellos apenas y tienen un triste 3.5.
Además, esto no es nada malo, si ellos nos quieren llamar corruptos por esos resultados, es porque son pesimistas. En cambio yo, nos llamo aceleradores de negocios, porque en otra encuesta salimos premiados con el grandioso segundo lugar en la propensión al soborno para que empresas nacionales o extranjeras puedan operar en el país, lo cual es bueno, ya que de los 3 tipos de mordidas que se midieron, el uso de las palancas para obtener un puesto o un contrato es el más socorrido por nosotros los mexicanos, lo cual no es soborno (hurra, no somos tan corruptos), en segundo lugar preferimos dar una pequeña “gratificación” a funcionarios públicos para que estos aceleren las cosas. Y en tercero, pero no menos importante, se encuentra el soborno que damos a los políticos de alto nivel; claro que tenía que estar en tercer lugar, porque ¿cuántos de nosotros simples mortales tenemos acceso a nuestras divinidades congresiales o secretariales o sindicales?, las cuales solo llegan a tener contacto con el mundo por medio de aquellos titanes que conocemos como las grandes mafias de nuestro país.
Resumiendo, Transparency International define a la corrupción como el abuso del poder conferido para el beneficio propio. Pero lo que ellos no se dan cuenta es que sin este maravilloso sistema, consistente en pasar unas cuantas sor Juanas o uno que otro Miguel Hidalgo para el bien encarado funcionario público, en nuestro país habría mucho menos empresas de las que hoy en día están operando. O que preferirías tu amigo lector, que estemos todos estancados medio año para abrir una tienda de abarrotes, o una guardería, o caerle con mil pesitos y pedir un favorcito o dos y abrirla en un mes. Que a veces ocurren accidentes y algunos salen quemados (y no precisamente los propietarios), eso es algo inevitable, un pequeño precio a pagar por un gran salto a todos esos interminables papeleos. Y por cierto, eso de las palancas por medio de los cuates y la familia, ¿acaso el mexicano no es famoso por ser siempre tan cálido con la familia y amigos?
Yo se que México es un lugar maravilloso, pero solo le hace falta algo, empezar a ser un verdadero país. La gente que aun no se harta de vivir en este lugar maravilloso terminara haciéndolo tarde o temprano y al abrir los ojos, nos daremos cuenta de que los sueños no son tan hermosos como la realidad y entonces empezaremos a formar un verdadero país.